Que el pacto de la avioneta no pudiera prosperar en Fuerteventura es un drama de dimensiones mucho más amplias que las puramente políticas. Ese pacto, por el que Domingo González Arroyo, del PP suyo de él, y Blas Acosta, del socialismo emergente y hortera, se repartían territorialmente Fuerteventura, fracasó por un factor que los aviadores no tuvieron en cuenta: los electores, vaya por Dios. Por eso andan los dos afanados tratando de que el marqués tome el Norte, como habían pactado, y desaloje a la nacionalista Claudina Morales de La Oliva, de modo que pueda haber incluso efectos colaterales en el Cabildo tras la dimisión del concejal Claudio Gutiérrez, que es consejero insular de Educación. Ya saben que el PP que mantiene pacto en el Cabildo con CC-AM no es el del marqués, sino el de Aguedita Montelongo, que ahora se refuerza dejando al marqués sin excusas en La Oliva.