La iniciativa es de justicia atribuírsela al parlamentario regional del PP Miguel Cabrera Pérez-Camacho, que tiene una espinita clavada desde el 25 de marzo de 2009, cuando sus sentidas coplillas con Paquita Luengo de destinataria cayeron en el oscuro agujero del desprecio de todos los que las escucharon. No entendieron su arte, ni siquiera cuando su señoría hablaba desde la autoridad que confiere versear en favor del Gobierno que entonces se ocupaba del Boletín Oficial de Canarias, Gobierno formado por su partido y la imperturbable Coalición Canaria. Fueron unas coplas muy desafortunadas, insultantes, machistas, impropias de un hombre de leyes que domina la lengua de Cervantes como pocos en la Cámara, lo que le obliga a ser mucho más sutil y hasta perfeccionista, si nos apuran. Aquel trauma de marzo de 2009 volvió a aflorarle esta semana al mismo parlamentario, que tiene de venado lo que tiene de anti-taurino, y con la misma desconsideración arremetió nuevamente contra la misma señora, en este caso consejera del Gobierno, para pedir al vicepresidente que le ponga un bozal. Malo. Pero como en tiempos de crisis no hay que desaprovechar nada, sugerimos que ese bozal que Paquita Luengo no necesita lo envíe el señor Cabrera Pérez-Camacho a la villa de Santa Brígida, donde un correligionario suyo, Lucas Bravo de Laguna, alcalde a tiempo compartido, lo está pidiendo a gritos. El hijo del presidente del Cabildo (no es machista hablar de nepotismo, recordamos al señor diputado) volvió a deslizarse por terrenos impropios de un cargo público cuando este jueves, en un pleno de ese ayuntamiento, descalificó a una concejala de la oposición, Guadalupe del Río, aludiendo a sus operaciones quirúrgicas (de presbicia) o a sus visitas (asiduas o esporádicas) a la iglesia. Y todo porque a la señora del Río no se le ocurrió otra cosa que presentar una moción para intentar que ese ayuntamiento recorte gastos en la locomoción del señor alcalde, que pasa más tiempo como consejero de Deportes del Cabildo de su señor padre que en las tareas propias de la villa que le eligió por mayoría absoluta. Por cierto, el Niño Lucas no desaprovechó la oportunidad para retar a la concejala de la oposición a ganarle unas elecciones. Olvida el alcalde que una vez ambos empataron, porque la señora del Río fue en su lista y salió, al igual que él, elegida concejala por el PP.