Juan Francisco García se ha acostumbrado a que todo el mundo se arrodille ante él y le rinda pleitesía. Los últimos en hacerlo fueron los dirigentes de Nueva Canarias, que se prestaron a ejecutar, en combinación con el PP, su operación de mantenimiento del control sobre La Caja, entidad que el editor utilizó para montar Canarias7 y de la que fue traumáticamente despedido al descubrirse una desleznable sucesión de trapisondas que desembocaron en querella. Pero García tiene muchas debilidades, y son ésas que tienen relación con la justicia las que más le duelen. Sabe que está a punto de salir una sentencia del TSCJ sobre Mamandurria TV que le puede costar un severo disgusto, y ya lanza mensajes a diestro y siniestro para que no le hagan lo que le hicieron a Paulino Rivero con las TDT. Mamandurria TV es, dicho para los no iniciados, una operación concebida por el Gobierno en comandita con algunas empresas mediáticas para controlar la televisión pública canaria a mayor gloria de la protección de Rivero y el forraje de García y unos cuantos más.