Hubo un político canario que una vez dijo que las islas eran “mezquinas y envidiosas”, pero Paulino Rivero prefirió decir que Canarias parecía “absurda y surrealista” porque los pasillos marítimos interinsulares son como si “una autopista entre León y Madrid” fuera de competencia europea y no española. Saavedra le replicó que de los Derechos del Mar obliga a que las aguas de paso o tránsito sean internacionales. Y ahí quedó la cuestión, por lo que el absurdo y el surrealismo pareció que debía buscarse en otros rincones archipielágicos, quizás más terrestres y pedestres que estrictamente marítimos.