Piano, piano se va lontano. Ese debe ser el eslógan de Paulino Rivero, que por una vez y sin que sirva de precedente, coincide con el del aún director general de la Radiotelevisión Canaria, Daniel Cerdán. Es un charco, el tío, y no le mueve de sus trece ni un Katrina que se le ponga encima de la mesa. Su pachorra llevó a la tele pública canaria, e insistimos en lo de “canaria”, a estar dos semanas sin programar ni una sola producción local por la sencilla razón de que el hombre no tomaba una decisión, no firmaba ni la renovación de un contrato. Nada de nada. Todavía debe andarse pensando si manda o no comprar un acumulador de corriente para que cuando se vaya la luz en Tenerife no ocurra lo del otro día, que la tele se fue a negro durante un cuarto de hora.