Cada vez parece ser tarea más penosa eso de investigar presuntos delitos relacionados con la corrupción, no ya porque los que andan desenvolviéndose en el entorno de los investigados o potencialmente investigados despliegan de modo magistral todo tipo de contramedidas; ni porque los presuntos sean cada vez más astutos y dejen de cometer errores de libro; ni siquiera contribuye a esa penuria la torpeza o ligereza de los investigadores. Hay veces, decimos, que confluyen una serie de factores que parecen colocados de modo estratégico para conducir al gafe, al modo cenizo que tanto se estila, y eso ha ocurrido con la investigación abierta tras la denuncia del Cabildo de Gran Canaria por las irregularidades detectadas en el endoso de pagos de certificaciones de obras a la empresa Mazotti, famosa en el mundo entero. Como la sidra.