Antonio Castro Cordobez necesita poner en práctica alguna campaña de lavado de imagen de un Parlamento cuya independencia del poder ejecutivo ha quedado demasiadas veces muy mal parada en los últimos tiempos. Pero está maniatado por los dos partidos que sostienen al Gobierno, que hasta son capaces de justificar la reducción de sus propios presupuestos, una competencia reservada de modo sagrado a la Cámara. En el colmo del esperpento, en la reunión del jueves en la que se decidió rechazar la pregunta de Gloria Gutiérrez, la tensión entre los socios gubernamentales fue de tal calibre que Castro hizo salir de la sala a los representantes socialistas y al secretario de la Cámara. Luego decidieron, para aliviar la obscenidad, invitar a la parlamentaria a reformular la pregunta hasta dar con un texto que no perturbe al vicepresidente y les permita a todos proclamar que son la leche de demócratas.