Lo sucedido, según hemos conocido, es que entre el primer fiasco y el segundo aparecen las directrices de Adan Martín, que ante ampliaciones de carreteras, exige mantener el mismo corredor. O lo que es lo mismo, si se ha masacrado un corredor, que no se masacre otro. Pero eso es precisamente lo que han de concretar ingenieros y estudios ambientales: la elección de corredores. Pudiera ser que eran pocas las directrices y alguien gritara: ¡diez más, que es la guerra! Y entonces entrara la de mantener el corredor, que más que una directriz es una obviedad elevada al rango de directriz por estos gobiernos que, no sabiendo qué hacer con el terrotorio, proclaman normas. El denunciante ha dicho a quien se le ha puesto al oído que no recurriría si le dan 2.000 millones de esa cosa que eran las pesetas, o si le recalificaran suelo. Ya saben más nuestros lectores, pero lo que ahora necesitamos son soluciones.