Allá por finales del año pasado, Pilar Parejo, viceconsejera de Turismo y consejera en funciones casi siempre, se quitó de encima el festival WOMAD. Pero lo hizo con astucia, sin negar su continuidad, sin condenarlo a la desaparición. Para ello se valió de su concuña, Dulce Pérez López, viceconsejera de Cultura, que en presencia de testigos dijo que asumía el festival pero que, además del Gobierno, se tenían que retratar otras instituciones. Durante unos instantes flotó en la sala una cariñosa pero velada amenaza cuando insinuó que algún ayuntamiento tinerfeño estaría dispuesto a acoger el festival y a poner dinero para colaborar en su financiación. Fue sólo eso, una amenaza, a sabiendas de que era imposible explicar en Gran Canaria que ATI se llevaba para Tenerife el festival más querido por los grancanarios. Ahora trata de hacer algo peor.