“Es que Ricardo Melchior nos ha tratado muy mal”. Por su carácter intolerante, en ocasiones fascistoide, apoyar al presidente del Cabildo de Tenerife se le hace muy cuesta arriba a los socialistas tinerfeños, que durante los últimos días han tratado de hacer prevalecer su autonomía local frente a los intereses regionales y nacionales de su partido. Les cuesta dar sus votos a ATI-CC, la inveterada enemiga, el adversario grabado a sangre y fuego en todos los escudos de armas de cada agrupación local. “Nos ha puteado en lo personal y en lo institucional”, insisten para tratar de justificar un pacto con Antonio Alarcó, el candidato a presidir el Cabildo por el PP, partido que ha ofrecido al PSC tinerfeño lo más grande y sagrado. E incluyen a José Manuel Bermúdez, alcaldable de Santa Cruz, hasta ahora vicepresidente de Melchior. Por eso José Miguel Pérez se llevó a Madrid a todos los secretarios insulares, que están en su derecho a reclamar su autonomía para los pactos locales, pero están también en su obligación de atender las exigencias regionales y federales y comprender que ahora mismo sería incomprensible dar la espalda a CC para entregarse en los brazos del PP, por muy bien que lo pinte Cristina Tavío en Santa Cruz. O Melchior en el Cabildo, que tampoco es que lo esté pintando muy bonito.