Nada que objetar a que la Policía, en aplicación de las órdenes de un juez, detenga a las personas sospechosas de esta trama teldense o de cualquier otro delito. Estaría bueno. Sólo que, al igual que hacen los jueces cuando aplican la variable de la alarma social, los responsables policiales deberían medir el malestar que puede producir en la sociedad el modo de detener a una persona. A Abelardo Martínez, delegado de Dragados, lo detuvieron ayer en Tenerife en la puerta de su garaje, del que salía en compañía de su esposa y de sus hijos camino del trabajo y del colegio. A la señora, alta funcionaria de la Comunidad Autónoma, los agentes le pidieron amablemente que subiera a casa a recoger algo de ropa para su marido, mientras éste aguardaba en medio de una escena innecesaria. De la puerta del garaje, a Los Rodeos, y rumbo a Gran Canaria. Podían haberlo detenido en cualquier otro sitio, en una situación menos delicada. Al fin y al cabo no había riesgo de fuga ni peligro de muerte.