Todavía hay periodistas por ahí que recuerdan las visitas de los ministros de Franco, a los que no se podía incordiar de ningún modo, no fuera a caerle al interfecto un puro de considerables dimensiones desde el Gobierno Civil o la Jefatura Local del Movimiento. Así, era muy frecuente que una entrevista con un ilustre visitante se iniciara de la siguiente manera: “Señor ministro, ¿cuál es el motivo de su visita a Canarias?”, a lo que el excelentísimo contestaba, casi invariablemente, “pues me alegro que me haga esa pregunta porque estoy encantado de estar en esta tierra tan maravillosa, bla, bla, bla”. Aquello cambió y ahora hasta los periodistas nos permitimos poner a ministros y otros mandamases en situaciones más o menos complicadas, siempre sin perder la compostura ni los buenos modales, aunque de todo hay. Bueno, perdón, nos lo permitíamos hasta que la Subdelegación del Gobierno en Tenerife ha descubierto que mejor no, que mejor volvemos al No-Do.