Las casi setenta personas que se quedaron compuestas y sin Moda Cálida acudieron en tiempo y forma a la puerta del recinto y algunas de ellas llegaron hasta con veinte minutos de antelación sobre la hora fijada para el comienzo. En sus tarjetones no se decía nada de que se trataba de un acto con retransmisión televisiva, ni se fijaba una hora máxima de acceso a las butacas. Por eso extrañó mucho a los invitados que nadie les ofreciera una explicación mínima porque los porteros se limitaron a decir que no pasaban, sin más. Bueno, hubo alguna que otra excepción, según cuentan testigos presenciales, en forma de chicas monas con impresionantes escotes y amigos de los porteros, cómo no, que ya se sabe que en todas partes hay mucha clase y categoría. Por haber, hasta hubo algún ofrecimiento altivo de piñas, pero las altas creaciones no llegaron al río. Al final nadie se explica lo ocurrido, salvo que se hayan repartido más invitaciones de las sillas habilitadas.