Los antecedentes de la dimisión de Francisco Hernández Spínola no hay que buscarlos en lo ocurrido la semana pasada, sino en los últimos meses de desencuentros con el secretario general y con su discurso. El dimisionario vicesecretario general quiso jugar siempre en el inestable alambre de un trapecio que en esta ocasión no se le ha dado nada bien. Quiso estar con Saavedra y con López Aguilar a la vez, y ya se sabe que esos equilibrios son imposibles cuando se acerca un congreso tan decisivo, a no ser que el trapecista se llame Juan Carlos Alemán. El enfriamiento empezó en el Congreso Federal, al que Spínola acudió con la consigna de colocar en la Ejecutiva del partido a la alcaldesa de Puerto de la Cruz, Lola Padrón. Era el deseo de la parte antigua del PSC en Tenerife, pero vencieron los que proponían a Gloria Gutiérrez, que alcanzó plaza en el Comité Federal, y las propuestas de José Miguel Pérez, que colocó a Paquita Luengo en la dirección federal del PSOE.