El informe de los auditores sobre la empresa Agragua, del que tienen más información en esta misma edición, manifiesta el declive del Norte galdense, con su alcalde, Manuel Godoy, al frente. La auditoría refleja que ciertas condiciones que se dan en esa sociedad “son indicativas de una incertidumbre sobre la capacidad de la entidad para continuar su actividad”. Este alcalde, que no recibe convenientemente a los vecinos, que siembra querellas, que practica el sectarismo caduco y hortera del estilo Soria, se va a cargar una empresa pionera en desalar agua del mar para uso agrícola. Ahora que el trasvase del Ebro lo van a convertir una desalación a gran escala, una idea matríz que Gáldar ya implantó y puso en práctica hace trece años, se la cargan hundiendo a la empresa pionera. De nada han servido subvenciones y ayudas. Un orgullo de otra época decae en ese Norte tan mal gobernado en la sede de los guanartemes.