Tras los calores estivales, recrudecidos este fin de semana, la actividad político-económica se despereza para recobrar todo su pulso una vez pase el jolgorio del Pino. Quizá una ley de la termodinámica desconocida para nosotros pueda explicar que los sofocos del verano hayan ayudado a enfriar los ánimos, por ejemplo, en la Confederación Canaria de Empresarios. La última reunión de la cúpula de la patronal de Las Palmas terminó, allá a mitad de julio, como el rosario de la aurora. Las críticas públicas de Sebastián Grisaleña al presidente, Mario Rodríguez, por su manera de conducir el enfrentamiento con el Gobierno de Canarias a cuenta del desequilibrio insular disgustaron al empresario portuario Germán Suárez. Hasta tal punto que el principal valedor de Mario Rodríguez puso sobre la mesa su cargo de miembro del Comité Ejecutivo.