Se acabaron las medias tintas. El dueño del periódico El Día no va a esperar a septiembre ni a la rentré política para volver a plantear la independencia de Canarias, ni dedicará el mes de agosto al solaz o a editoriales ligeros de equipaje, como los hijos de la mar. Este mismo viernes, leña al mono, con perdón, leña a Paulino Rivero, presidente de Canarias, a quien atribuye el “crimen político” de las consecuencias de la crisis en Canarias, del hambre, del paro y de que este año no haya fuegos artificiales en las fiestas de la Candelaria. Sí, exactamente así. De ahí que don Pepito haya reclamado en su pastoral del viernes, previa a las encíclicas del fin de semana, que Paulino Rivero dedique una hora de su valioso tiempo a redactar su dimisión y, acto seguido, se marche inmediatamente de Canarias para no volver jamás. “Este hombre es una calamidad y tiene que marcharse. Tiene que dimitir y mandarse a mudar de esta tierra”, recalcaba el editorialista en su última diatriba contra el presidente que le abrió el camino a despedir a una veintena de trabajadores y reducir de ese modo la sangría de pérdidas económicas en las que anda sumido el grupo Editorial Leoncio Rodríguez.