La pandilla destroyer que el PP ha puesto al frente del Cuerpo Nacional de Policía en Canarias da mucha vergüenza. La cacería contra todo aquel que tenga que ver con Narciso Ortega, contra Concepción de Vega o con cualquier investigación sobre el PP es tan implacable como burda. La jalean desde el graderío los tiralevitas mediocres que creyeron que con la llegada de los populares al poder no solo verían satisfechas sus ansias de venganza, sino que alcanzarían la gloria. Uno de los ansiosos del sistema es el famoso inspector Vargas, envuelto en mil y una aventuras de malaventurados, pelotilla de Soria y tiralevitas de todo el poder policial instaurado por el PP, desde el jefe superior al subdelegado del Gobierno y comisario general de Información en la sombra, Luis Molina. En su antesala de la Plaza de la Feria pasa (o pasaba) horas y horas el tal Vargas haciendo méritos, buscando una sonrisa o no se sabe muy bien qué. Pero dicen en la Supercomisaría que ya le han dicho al majadero que se vaya a trabajar, que Roma no paga traidores.