Nacho González ha provocado, queriendo o sin querer, una tormenta perfecta, que afecta de lleno a Coalición Canaria y al PP en Gran Canaria, así como en menor medida a Nueva Canarias y al PSOE, que ven frustradas (al menos momentáneamente) sus aspiraciones de censurar a José Miguel Bravo de Laguna en el Cabildo. Pero esa tormenta también está teniendo sus consecuencias en otros lugares no tan cercanos a la casa palacio insular, porque tanto en Tenerife como en La Palma ha habido dirigentes que estos dos últimos días han descolgado y colgado muchas veces sus teléfonos para expresarse con esa limitada libertad con la que se pueden expresar los militantes del PP canario. Nos consta el cabreo palmero de Asier Antona, que ve cómo pierde cualquier opción de que su isla pudiera tener más peso en la lista al Congreso por la provincia, además de irritarle enormemente que el PP pierda opciones al Senado en beneficio de una candidata aún desconocida del CCN. Tampoco debe estar muy entusiasmado Antonio Alarcó, que habrá de compartir cartel con un partido cuyos dirigentes le han hecho sonados feos y a los que él ha criticado abiertamente por sus macarradas. A todos les ha molestado enormemente enterarse de los segundos puestos de ambas provincias por Twitter, a donde Soria regresó este martes tras casi 48 horas de elocuente silencio. Así supieron, por ejemplo, que el líder regional del PP ha aupado hasta el dos por Santa Cruz a un hombre de la confianza de Cristina Tavío, Agustín Cabrera, pero sin que la presidenta insular supiera nada de antemano. Y lo más traumático, Mercedes Roldós pierde sus opciones de ser la dos por Las Palmas al ser desplazada por Matilde Asian. El cabreo de la ex consejera de Sanidad podía sentirse en Génova a los pocos minutos.