Pero no solo es el presidente motivo de satisfacción en los demás partidos laguneros. También ha causado sorpresa la dirección que ha salido elegida de esta asamblea, no solo por los que están sino por los que han sido despreciados. Entre los primeros cabe destacar la irrupción como secretario general de Santiago Hernández, un funcionario del Cuerpo Nacional de Policía, histórico militante, que se negó a ir en las listas de 2011 por haber sido relegado a puestos de relleno. Su cabreo fue de tales dimensiones que llegó a coquetear con Coalición Canaria, según reconocen los nacionalistas. Claro que tales coqueteos no tienen por qué producir rechazo en un comité local que preside un concejal que abandonó el PP en 2001 para irse a CC y regresar en 2006 a acompañar a Antonio Alarcó en la lista del Cabildo. Por cierto, hablando de Alarcó, la nueva directiva del PP lagunero lo incluye como vicesecretario, cargo que convierte en imposible la tarjeta de visita del también senador, portavoz del PP en el Cabildo y vicesecretario insular. Más sorprendente ha resultado la repesca de dos expresidentes locales del PP lagunero, como Rafael Becerra, al que han colocado en la Vicesecretaría de Acción Electoral. Becerra, como recordarán los expertos en pepeísmo, fue invitado a marcharse de la organización por Cristina Tavío después de haber sido primer teniente de alcalde en el pacto entre los conservadores y la ex alcaldesa Ana Oramas. El otro ex presidente llamado a filas ha sido Claudio García del Castillo, procurador de los tribunales que ha sido designado vocal. Se trata de un significado crítico con Cristina Tavío que se incorpora a la dirección local para transmitir sensación de unidad.