Todavía estamos paralizados por el estupor y la sorpresa que nos ha provocado leer este fin de semana que la Fiscalía de Canarias ha actuado de oficio. Sí, como lo están oyendo, de oficio. Increíble, ¿verdad? No ha sido, no se entusiasmen, ante la lectura en la prensa de cualquier caso de comportamientos anómalos y sospechosos de las administraciones, ni por las meteduras de patas y de manos de algunos de nuestros más ilustres políticos. El caso por el que la Fiscalía de Las Palmas ha actuado de oficio es el de la reincidente conducción sin carné del sexagenario político retirado José Carlos Mauricio Rodríguez, descubierto en vulgar y desafiante actitud por un equipo de Antena 3 Televisión días después de haber sido condenado, en sentencia de conformidad, por el Juzgado de Instrucción número 1 de Las Palmas de Gran Canaria. Se nos ocurren decenas de casos también aparecidos en prensa, radio y televisión que podían haber corrido igual suerte ante tan diligente Ministerio Público, del que todavía recordamos sus intensas gestiones de dos meses de duración buscando verificar si José Manuel Soria era o no parlamentario regional cuando fue denunciado por mentir en una comisión parlamentaria cuyos debates se publicaban día tras día hasta con fotos a color. Luego lo archivaron, of course.