En esas conversaciones entre José Miguel Suárez Gil y Wilebaldo Luis Yanes, y de éste con José Antonio Martín, se pone de manifiesto cómo estaban las quinielas para la presidencia del TSJC, con un Fernando de Lorenzo con escasos apoyos y con el caso Carmelo Padrón pasándole factura política y social. Luego estaba la cuestión castellano-leonesa, que los interlocutores manejaban a la perfección y que tenía que ver con la intención del entonces ministro de Justicia, Juan Fernando López Aguilar, de ceder aquella plaza peninsular a cambio de poder influir en el nombramiento de Canarias. Pero entre sesuda reflexión y frío cálculo de probabilidades, a José Antonio Martín se le escaparon unos nada edificantes comentarios sobre el que hoy es presidente del TSJC, Antonio Castro Feliciano. Como entran en el terreno de lo personal, nos los ahorramos aquí, que ya bastante cruz tienen algunos con la que tienen.