Al final, entre todos la mataron y ella sola se murió. Nos referimos a la frustrada subida de tasas camerales, que ha pasado del 9% santificado al 2% más razonable. A estas alturas de la película seguimos sin enterarnos muy bien de quién fue el padre (o la madre) que parió la bestialidad, porque al final todo el mundo se ha apuntado al éxito que supone que la cosa se haya quedado en el 2. Pero bueno. La guinda a tanto desaguisado la ha puesto Luis Soria, como siempre en off side, o fuera de juego, como prefieran, al que toman el pelo en el Parlamento por sus dos últimos sonados patinazos. Primero pidió introducir una serie de enmiendas en la reforma de la Ley de Cámaras para introducir no se sabe muy bien qué cosas, a lo que la Mesa le contestó que se estuviera tranquilo, que la reforma era una reforma tasada y que si quería algo, que hablara con su grupo parlamentario. Y luego intentó apuntarse el tanto -y casi lo consigue- de la rebaja de las tasas como si fuera iniciativa suya. Lo es del Parlamento, como consta en el Boletín Oficial de la Cámara días antes de que don Luis saltara a la palestra, y que en realidad se habrá de resolver en un pleno parlamentario, como mandan los cánones democráticos. Pero en fin, lo que natura no da, Salamanca no presta.