El reconocimiento de Soria de haber usado helicópteros de emergencia para vuelos que, de momento, tienen consideración oficial, tiene varias consecuencias directas, además de la desautorización pública a su portavoz parlamentaria, a la que a estas alturas ya no deben quedar uñas que comerse. De un lado, el vicepresidente deja a su presidente a los pies de los caballos, porque frente a la pretendida naturalidad con la que ha contado sus viajes en helicópteros de emergencias, nos encontramos con la absoluta opacidad del Gobierno a la hora de informar de los viajes, por el mismo medio de transporte, del presidente Rivero. Pero, además, Soria añade una frase que tiene mucha carga de profundidad: “Yo nunca he solicitado un helicóptero”, lo que dejará en muy mal lugar a todos los que los hayan solicitado y cuyos nombres aparecerán junto al del presidente más pronto que tarde. Falta por saber si aparecerán todos los nombres, los del titular de la tarjeta VIP y los asimilados que viajaron invitados.