Parece mentira que haya que recordar que Juan Fernando López Aguilar jamás tuvo en su agenda política ser candidato a la Presidencia del Gobierno de Canarias. Y mucho menos después de que Zapatero lo hiciera ministro de Justicia en 2004. Aceptó el encargo porque se lo pidieron, tanto en Ferraz como en Canarias. Algunos de los que ahora dicen que no debe seguir, se cabrearon mucho con él cuando en aquellas fechas ofreció otros nombres como los de José Segura, Paco Hernández Spínola o Carolina Darias. “Tienes que ser tú”, le insistieron. Y ni siquiera era secretario general del partido, cargo del que hubo de investírsele a continuación. Y decimos que parece mentira que haya que recordarlo porque ahora que tiene la posibilidad de triunfar en plazas más apetecibles e idóneas a su formación, trayectoria y vocación, como la política comunitaria, donde también habrá de hacer mucho por Canarias, nadie debe reprocharle la renuncia. Y mucho menos si, como se acordó el sábado, su cambio de aires nada va a influir en que el PSOE abandone la estrategia de oposición fuertemente marcada por el discurso de Jotaflá. Falta comprobar que el proceso de elección de candidato lo hagan los socialistas con las mínimas garantías de que estos cuatro años de oposición darán sus frutos en 2011.