Efectivamente, Mariano Rajoy también utilizó el adjetivo previsible, pero no para referirse a un estatuto de autonomía, ni a la ruptura de la patria, la de la familia o la santa madre iglesia. La utilizó para referirse a los discursos de Zapatero, que él considera “previsibles”. Luego, en aplicación del significado de la palabra, deberíamos ya estar esperando una reacción airada de Coalición Canaria reclamando una explicación de su flamante nuevo socio de Gobierno para que explique en la comisión de seguimiento del pacto qué quería decir con esa previsibilidad del presidente del Gobierno para con sus discursos. Porque si el término vale para una cosa, es más que previsible (¡uy!) que sirva para la otra. Y volvemos a pedir perdón en previsión de que nadie prevea afearnos la utilización tan torticera que hacemos de la lengua española, también en peligro por culpa de los pérfidos catalanes. Amén.