No deja de sorprendernos últimamente nuestro muy admirado Luis Larry Álvarez, el que durante tantos años fuera mano derecha, ojito derecho y pateador derecho de José Manuel Soria. Desde que rompiera sus estrechos lazos con la estrella y guía del PP canario, el hombre se ha entregado a la dura tarea de lavar su imagen de larrieitor, de exterminador de periodistas, militantes, ciudadanos o cualquier otro bicho con vida propia que se manifestara desafecto al régimen. Ya ha iniciado una ronda por los medios de comunicación para decir que los errores hay que reconocerlos y enmendarlos, y para, de modo sutil, echar todas las culpas sobre las espaldas del hombre al que siempre le llevó el maletín. No sabemos si será demasiado tarde o si los argumentos son lo suficientemente creíbles como para descartar la sospecha de que a cualquier orden de Su Excelencia seguía una ejecución sumarísima y sobredimensionada. Como corresponde a los más ciegos y fanáticos soldados de los más ciegos y fanáticos líderes.