Ni los más viejos del lugar recuerdan algo así. Que un secretario general del PSOE suelte una filípica poniendo a caer de un burro al presidente del partido es absolutamente inédito. Como debe serlo que el presidente haya puesto en la picota durante tanto tiempo al secretario general, que ésa es otra. El caso es que tras muchos discursos sobre las cualidades humanas y políticas de Paco Spínola sin que nadie pidiera una reconsideración de su dimisión, tomó la palabra Juan Fernando López Aguilar para poner los puntos sobre las íes y apretar unas cuantas clavijas sueltas. Y empezó hablando de dignidad, la que alegó Spínola para marcharse, y la que el secretario general dijo que no podría utilizar él jamás porque, a pesar de haber sufrido situaciones indignas, sus más conspicuos enemigos mediáticos y políticos no le permitirían nunca asirse a ese recurso.