Los que albergaran dudas acerca de la capacidad intelectual de don José, vayan descartándolas. El hombre está hecho un brazo de mar, o como él mismo dictó el viernes para que se publicara el sábado, “en la plenitud de su razón y, como ha dicho tantas veces, conservando intactas las tres potencias del alma -memoria, entendimiento y voluntad- y de su amplísima cultura, adquirida a través de la lectura diaria de prensa, libros y de cuanto cae en sus manos, y de sus relaciones personales, tiene plenos conocimientos y capacidad para expresar por escrito sus pensamientos”. Fascinante. Y aún atesorando tanta sabiduría, ¿se asesora? Pues sí: “No niega que realiza preguntas y acepta asesoramientos de sus colegas de la Casa y colaboradores, pero lo que finalmente queda reflejado en esos editoriales y comentarios a los que nos estamos refiriendo es producto de una reflexión y redacción personal”. Pero, insistimos, ¿por qué una persona tan superdotada no escribe personalmente sus artículos. Ahí va la explicación: “Decimos que dicta sus ideas porque su pensamiento corre con más velocidad que manuscribe. La máquina de escribir -último modelo- la tiene como pieza de museo a su derecha en su despacho, y el ordenador no le va. Cualquier nieto suyo le da lecciones soberanas sobre este sistema de la modernidad, dice”. Ya lo vamos entendiendo todo un poquito mejor.