Seguimos con mucha atención los avatares del pacto de gobierno de Santa Brígida, un endemismo propio de Gran Canaria por ese funambulismo que ha mezclado al Partido Popular y Los Verdes en amor y compaña (que manda Trillos). Quizá en un intento de diferenciar y acortar distancias, estos últimos llegaron a autodenominarse ecopijos, sin llegar necesariamente a anudarse el pullover rosa de Burberry al cuello y ponerse a hablar como con papas en la boca. Así las cosas, y asumiendo la Concejalía de Urbanismo como coartada perfecta de un imposible 'no nos moverán', los ecopijos tiraron para adelante y hasta han limado sus diferencias con el PP en materias tan entrañables como legalizar el famoso centro comercial del casco, cuyas presuntas ilegalidades irán a juicio en septiembre con peligro cierto de que hasta se deje sin efecto la licencia de construcción. Pero en el seno verde empiezan a notarse ciertas fisuras.