La reseña periodística de la época (qué tiempos aquellos, hace escasamente un año) no dejaba resquicio a la duda: Suárez Gil había conseguido convocar en torno a su barbacoa a lo más granado de la sociedad grancanaria, desde Jerónimo Saavedra a Ángel Luis Tadeo, pasando por Félix Santiago, Ogadenia Marrero, Luis Hernández, Enrique Sánchez o Román Rodríguez. La ausencia más destacada, al menos la que el cronista consideró como tal, fue la de “un diezmado Sebastián Grisaleña”, presidente de la Confederación Canaria de Empresarios. Decía la reseña periodística que “el ágape empresarial en casa de Suárez Gil daba pistas sobre los movimientos en la CCE”, la patronal de Las Palmas, que precisamente ha caminado en sentido inverso a los augures. Y no sólo la Confederación, cuyo presidente está más fuerte que nunca, sino la mismísima Cámara de Comercio que tan felizmente vicepresidía el anfitrión de tan señalado festín, que ahora ni es vicepresidente ni ha conseguido variar los designios de la patronal grancanaria. Qué cosas tiene la vida.