Cerramos la sección de este miércoles con una inusual incursión en la política nacional, con efectos internacionales colaterales. No podemos evitar meternos con nuestro amado ministro de Defensa, Federico Mandagüevos Trillo, que nos ha vuelto a dejar boquiabiertos con su última teoría sobre la autoría de los atentados en Bagdad. Con tal de evitar referirse a la resistencia iraquí o partisanos que en todo lugar invadido siempre hay, el ministro ha sido capaz de concluir, en cuestión de minutos, que se trata de delincuentes comunes dedicados mayormente al robo de automóviles. Una destreza de ese calibre choca frontalmente con el tiempo que lleva invertido España en saber qué hay detrás del asesinato del agente del Centro Nacional de la Defensa, lo que nos lleva a pensar que la cosa vuelve a ir de cortina de humo a lo bestia. Como la que le están montando a Zapatero por no levantarse al paso de la bandera estadounidense.