Cuando el sabio señala la luna, el tonto mira al dedo. Este lunes había que mirar hacia Santa Cruz de Tenerife, concretamente hacia la biblioteca del Parlamento de Canarias, donde sellaban públicamente su acuerdo electoral los líderes del PP y del Centro Canario Nacionalista. Nada fuera de lo común más allá de la enésima pirueta política y travestismo ideológico de Nacho González, nacionalista de toda la vida, y a ti te encontré en la calle. Pero aun y con esas, ahí no estaba la luna, ahí no estaba la noticia, sino en la casa palacio insular de Gran Canaria, donde el presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna, esperaba ansioso a que se produjera la firma entre Soria y González para convocar con inusitado carácter de urgencia la comisión de gobierno y el pleno de la Corporación. El objetivo de la firma entre Nacho y Soria no era captar más votos, los escasos votos que puede cosechar el CCN en una convocatoria nacional, sino blindar a Bravo de Laguna en el Cabildo por lo que resta de mandato. O por lo que tarde el consejero del CCN en cometer un grave error. La primera fase le ha durado solo cien días.