Hace mucho tiempo que lo venimos advirtiendo: los editoriales del periódico El Día deben ser analizados seriamente por el Ministerio Fiscal por si, por hache o por be, pudieran ser constitutivos de algún ilícito penal relacionado con la subversión del orden constitucional. Las soflamas independentistas de don Pepito, tan machaconas como absurdas, vienen casi siempre acompañadas por insinuaciones sobre un eventual levantamiento popular contra las instituciones democráticas canarias, particularmente contra el Gobierno de Paulino Rivero. El editorialista, José Rodríguez Ramírez, lanza sus provocaciones acompañadas por constantes apostillas a su deseo de que las revueltas que provoca tengan siempre carácter pacífico, pero voluntaria o involuntariamente está lanzando la semilla de la violencia sobre sus miles de lectores, unos más equilibrados que otros, unos más fanáticos que otros. Es frecuente encontrar, por ejemplo, alusiones directas a la guillotina como símbolo de la revolución y el regicidio de Luis XVI. Es bien cierto que la inmensa mayoría de la sociedad tinerfeña no hace puñetero caso a las majaderías del editor de El Día, pero ¿alguien puede asegurar que ningún iluminado puede estar interpretándolas con traducción libre? La aparición de pintadas amenazantes contra Paulino Rivero, relatadas por Diario de Avisos, han recordado los atentados sufridos por Santiago Pérez en su casa de La Laguna. Siempre después de duros ataques de don Pepito en sus encendidos editoriales.