En la foto que acompañan estos humildes comentarios pueden observar a José Manuel Soria enfrascado en la resolución de algún asunto vital para Canarias, muy al estilo de su presidente y principal contrincante electoral, Paulino Rivero. Ambos rivalizan en cintas inaugurales, presidencia de ferias y congresos, y firmas en los libros de honor de cuanta institución exista en Canarias. Este es el caso que nos ocupa: circunspecto y concentrado en la labor, con la intachable impecabilidad en el vestir, en el sentar y en el posado, Soria firma mientras su cameraman, con un aparato casero pero de última generación, le graba en tan sublime momento. Mientras que con una mano encuadra y dispara, con la otra rebusca algo en sus bolsillos, quizás el fotómetro, para calcular la luz y que las sensibles ópticas de la cámara puedan captar sin distorsiones el acontecimiento presenciado. O quizás su móvil para aprovechar y mandar algún mensajito de perfil bajo a algún o a alguna periodista desafecto o desafecta. Luego, en casa, después de editar el vídeo, viene aquello de mandar esos mensajes vía correo electrónico. Hasta que un día lo cojan con las manos en la tecla. ¿O ya lo cogieron?