La reacción de José Manuel Soria debió ser de las que hacen época. Había conseguido colar en la Ley de Medias Urgentes una enmienda para que los negocios de Anfi del Mar no volvieran a tener que someterse nunca más al proceso de interés general que él facilitó tras su viaje del salmón, pero sorpresivamente, su socio nacionalista la retiraba en el último momento. Probablemente el vicepresidente telefoneó de inmediato a Paulino Rivero para preguntarle si se había vuelto loco, si se había sumado a la cacería contra el PP colocándolo a los pies de los caballos. Sólo dos horas después, CC y PP volvieron a escenificar su particular componenda introduciendo de nuevo la enmienda y acusando al PSOE de “emponzoñar” la vida política al “tergiversar” la verdadera intención que estas almas cándidas tuvieron cuando decidieron dejar el time-sharing con la misma regulación que cualquier otra urbanización turística. Dan pena, pero es lo que tenemos que soportar en un Parlamento tan trabajador como el canario.