Dice José Manuel Soria con mucha razón que en los bancos de la oposición se pasa mucho frío. No es una afirmación hecha desde la experiencia porque, como saben, no ocupó esos puestos ni diez segundos, una vez fue descabalgado del poder por la famosa moción de censura de 2007. Pero dejó en tales circunstancias a sus súbditos Larry Álvarez y Pepa Luzardo, que han seguido desiguales trayectorias de aclimatación. Mientras el primero hasta se abstiene en unos presupuestos insulares, la segunda se empeña en ponerse caprichosa y olvidar que cualquier tiempo pasado fue peor. Para la democracia y bajo sus designios, queremos decir.