Va a traer mucha cola lo de Paco Cascos comprando arte, como parece ser que es su afición postrera en aras del amor incondicional. Las filtraciones desde el PP para que la despedida se precipitase parecen más que evidentes, y él que no es tonto, se retira antes de que sea peor y lo acusen de majadero. En Canarias, Cascos ha dejado muchos amores pendientes, especialmente situados en Las Palmas, además de una espiral que encargó a la galería de su novia, María Portos. Pepa Luzardo, que no es de la cuerda de Cascos (y ahora menos) ya ha anunciado que para el regalo del Ayuntamiento a los novios del año (don Felipe y doña Letizia) el encargo de la obra de Chirino se lo hará directamente al artista. Lo tiene difícil, más que nada porque hay que pasar por la Marlborough por fuerza. Cosas de los contratos de exclusividad.