Todavía no ha recuperado el aliento el pobre Pablo Matos, que se llevó una tarascada pública de considerables dimensiones por pretender jugar a demócrata dentro del PP canario. Menudo atrevimiento. Soria le dijo en un comité que si se presentaba a presidente regional del partido se lo tomaría como algo personal, como un ataque insoportable. Le faltó añadir, en tono napolitano, aquello de que ya sabes cómo se pone la familia ante algo así. Matos todavía está corriendo. Paralamente a esta escaramuza tinerfeña, a Soria se le abría un siete enorme en la isla de Fuerteventura. Tras años de aguantar las mayores impertinencias personales y políticas de Domingo González Arroyo, por primera vez había un peligro serio de que el marqués le desplazara de la presidencia regional. Solo o con la ayuda de otros. Había que hacer algo, y ese algo ha sido una purga en toda regla.