En el staff directivo de Paradores de Turismo hay más canarios enchufados por Soria a pesar de la acreditada falta de capacidad y méritos que presentan los elegidos. No nos referimos necesariamente a la presidenta y consejera delegada, Ángeles Alarcó, ex esposa de Rodrigo Rato y prima del senador tinerfeño Antonio Alarcó. Ella al menos fue directora general de Turismo de la Comunidad de Madrid con Esperanza Aguirre. Nos referimos concretamente al secretario general del organismo, que en el directorio oficial aparece como Rafael Lemes y que la prensa madrileña sitúa como apadrinado por el ministro Soria desde que lo fichó en 2003 para el Cabildo de Gran Canaria. Los datos nos llamaron a la confusión porque no nos constaba ningún Rafael Lemes en el equipo cabildicio de su excelencia. La incógnita se despejó al descubrir que el secretario general de Paradores invirtió el orden de sus apellidos cuando se fue a Madrid a su nuevo destino porque en realidad se trata de Rafael Khrabcha Lemes, que en algunas webs aparece como experto en el sector público como único mérito contraído. Efectivamente, vivir del sector público es su especialidad desde 1999, cuando Soria lo incorporó a su equipo en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Hijo de una lanzaroteña y de un marroquí, Khrabcha sólo se ha dedicado a eso, a llevarle la cesta de la merienda a Soria para que lo continúe enchufando en cargos públicos. Aún es pronto para conocer cuál será el legado que deje tras su paso por Paradores, pero sí es conocido el que dejó en el Cabildo de Gran Canaria, en cuyo departamento de Intervención respiraron tranquilos al verlo marchar en dirección a la Facultad de Derecho, a donde dijo que iba tras ser desalojado el PP en 2007. Khrabcha Lemes, que muy bien podría pasar por un señorito andaluz de pelo engominado, prestó impagables (aunque pagados) servicios a Soria en materia de agitación y propaganda canalizando a través de Juventud y Nuevas Tecnologías algunos bolos que se le atragantaron algunas veces al interventor, como aquella paella en Osorio de 30.000 euros que pagaron todos los grancanarios.