Santiago Martínez Caro, director de Casa África, conoce perfectamente la trayectoria política de José Carlos Mauricio (Gáldar, 1941), concretamente la que desarrolló en la última etapa de su vida como gestor, la de consejero de Economía y Hacienda del Gobierno de Canarias (2003-2007), en el límite mismo del crack económico. Fue un Mauricio planificador que logró poner de acuerdo al Gobierno con muchos empresarios y a muchos empresarios entre sí, unas veces con éxito y otras con sonoros fracasos. Pero entre otros méritos cabe atribuirle el de establecer unas relaciones con Marruecos hasta ahora no superadas por ninguno de sus sucesores, ni por José Manuel Soria, que aplicaba como ninguno el criterio anti marroquí del Partido Popular, ni por Javier González Ortiz, en estos momentos más dedicado a tapar grietas que a pensar en cómo crear nuevas oportunidades para salir del atolladero. El conseguidor tenía hilo directo con los más influyentes ministros de Mohamed IV, se movía como pez en el agua en la intrincada administración marroquí y, como hiciera unas décadas antes Jerónimo Saavedra, vio con antelación que una alternativa solida al círculo vicioso de la economía canaria es la región fronteriza de Souss Massa Drâa, cuya capital es Agadir. Por lo tanto, estamos ante un fichaje inteligente que se va a complementar con el de algunos técnicos especialistas, batalladores sobre el terreno, como Arístides León, durante diecisiete años al frente de la oficina de Proexca en Marruecos, un inagotable componedor de relaciones comerciales al que están tardando en rendirle un merecido reconocimiento.