Dicho y hecho. En las vísperas de la moción de censura que convirtió en alcalde de Arrecife a Cándido Reguera, del PP, gracias al voto de dos corruptos en libertad bajo fianza, visitó al regidor en Lanzarote el empresario grancanario Jaime Cortezo, conocido por ser el promotor de las viviendas de Hoya Pozuelo condenadas a la piqueta por invadir zona de servidumbre de protección de Costas. Cortezo fue a preguntarle qué hay de lo suyo, y lo suyo es plantar un centro comercial, viviendas y garajes en el Islote del Francés, un sitio privilegiado y emblemático de la capital de la isla que el Ayuntamiento había mantenido hasta ahora a salvo de las ansias especulativas. Reguera, hombre de palabra donde los haya, ya se ha arrodillado y ha anunciado que permitirá esa actuación alegando que se trata de una obra emblemática para la ciudad, al estilo (no se lo pierdan) del museo Guggenheim, de Bilbao. Debemos entender que el señor Reguera no ha visitado la capital vizcaína, o que, en caso contrario, cree que el resto del mundo no lo ha hecho y está, por tanto, incapacitado para darse cuenta del tamaño de su trola.