El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora
Regueritis o minoritis en Arrecife
Lo que le faltaba a la ciudad de Arrecife es que estallara una epidemia de una desconocida enfermedad que obligara a los ciudadanos a quedarse en sus casas, poner la televisión y esperar a que alguna autoridad responsable (es un decir) diera por terminada la cuarentena. No podría ser la corrupción, que si bien ha demostrado ser bastante contagiosa, no se cura con el desdén y el silencio colectivo, por mucho que la hayan avalado muchas veces los conejeros. Tampoco una repentina fiebre de honradez, porque automáticamente dejaría fuera de combate a las dos principales instituciones de la isla de Lanzarote, en manos de los partidos más corruptos o que más se han apoyado en la corrupción para gobernar. Por lo tanto, tienen que ser enfermedades políticas oportunistas, impuestas desde la cúpula para embelesar al pueblo e impedir más ridículos públicos. Algo de eso, encuadrable en el vademécum entre la regueritis o la minoritis, debe ser lo que aquejó de repente este lunes al alcalde de Arrecife, Cándido Reguera, que decidió suspender el pleno municipal alegando motivos de enfermedad personal. Leve, eso sí, porque no le impidió trabajar, celebrar reuniones y salir tan campante por la puerta del Ayuntamiento a las dos de la tarde en compañía de algunos de sus más estrechos colaboradores.
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