Los compañeros de Barreda lo veían venir pero, como ocurre siempre en estos casos, prevalece la ley del silencio, un corporativismo mal entendido que, cuando revienta, mancha a todos los que están alrededor. El armario donde se custodiaban los expedientes que tramitaba el detenido no tenía llave, su presunto cómplice y cuñado, Pedro Quevedo, entraba y salía como si aquella fuera su casa. Incluso acudía por la tarde a la Consejería, y hasta tuvo algún problema con un vigilante de seguridad que le afeó que fichara por su cuñado. Esta actitud podría poner en un compromiso a la secretaria de Pilar Parejo, Lourdes Cabrera, amiga de Quevedo, y a la propia viceconsejera. La funcionaria ha sido llamada a declarar en calidad de testigo porque, según cuentan los investigadores, aparece en conversaciones con Pedro Quevedo Neyra, y es posible que en algún momento conociera lo que ocurría. Falta por determinar si lo puso en conocimiento de Pilar Parejo y si, en tal caso, los responsables políticos activaron los mecanismos adecuada y puntualmente.