José Miguel Bravo de Laguna presentó este miércoles su lista al Cabildo de Gran Canaria sin más sorpresas que esa postergación de las personas más vinculadas a la presidenta insular del PP, lo que tiene muchos bemoles tratándose de lo que se trata. Porque por mucho que Soria insista en afirmar que él no ha dado ni una sola directriz, podemos asegurar y aseguramos que eso no es verdad. O, mejor dicho, es mentira, abundando en la línea habitual de este solemne mentiroso compulsivo. A Bravo sólo le han admitido una cosa, su deseo de colocar a algunos alcaldes y candidatos a alcalde en su lista, de modo que personas como su hijo Lucas o el aspirante a la alcaldía de San Bartolomé de Tirajana, Marco Aurelio Pérez, pudieran ver colmadas sus ansias de ir cambiando de rumbo poco a poco. La reaparición de Rosa Rodríguez como número dos de la plancha es una demostración más de las imposiciones de Soria, que admite a Cardona y a Bravo como sagradas y sobrevenidas vacas sagradas, pero al primero le coloca de secante a Mari Carmen Hernández Bento, y al segundo a la sargento de hierro, Rosa Rodríguez, a quien se atribuye, junto al aspirante a la alcaldía, la nueva tenencia del mando en la plaza grancanaria. Y esto no ha hecho más que empezar.