A estas alturas todavía es difícil de determinar qué resultado va a alcanzarse en las negociaciones que de manera oficial empezaron este martes entre Coalición Canaria y el PSOE, pero todos los interlocutores que hablan aseguran que la cosa va por buen camino. Bramando desde un córner, muy al estilo que él mismo criticó durante dos años ininterrumpidos, José Manuel Soria lanza órdagos y faroles a ver si alguien le hace un poco de caso antes de echar el resto y terminar regalando hasta el Cabildo de Gran Canaria a cambio de unas parcelitas de poder y un par de coches oficiales. Dice el líder del PP que a él le han dicho líderes de CC y hasta del PSOE que prefieren que el presidente sea él, una versión bastante más sofisticada -y pasada de frenada incluso- de la niña de Rajoy o del progresista que en plena campaña se encontró en el aeropuerto Reina Sofía. Dice Castro Cordobez que para él no miren, que no anda calentándole los cascos a Soria para que se interponga en el pacto entre CC y el PSOE a ver si así se detiene la sangría de rupturas en La Palma. Por lo tanto, debemos mirar, además de a Castro, que es como es, a otros íntimos amigos de Soria en CC, como Miguel Zerolo, que ya no está ni se le espera para cosas serias, y José Miguel Ruano, que ya tiene decidido abandonar el Gobierno y marcharse al Parlamento en sustitución del eterno portavoz José Miguel González.