Probablemente fuera José Bono, derrotado por Zapatero en el congreso federal que hizo del leonés secretario general del PSOE en 2000, el primero en conocer desde 2007 las pretensiones del presidente del Gobierno de no presentarse a un tercer mandato. Pero lo que ya podemos afirmar a día de hoy es que muchos de los secretarios generales regionales de ese partido sabían desde hace semanas lo que iba a anunciar Zapatero el sábado en el Comité Federal. Al menos lo sabía el secretario general de Canarias, José Miguel Pérez, que siempre se ha mantenido firme en su apoyo al presidente del Gobierno y que unos días antes ya largó aquello de que se sentía “orgulloso” de tener el líder que a día de hoy sigue teniendo. Pérez ha mantenido las fechas de Zapatero en la agenda de la campaña electoral canaria y jamás se ha escondido para manifestarle admiración y apoyo. Desde el sábado, muchos más del PSOE se han sumado a esa postura, unos ilusionados con la recuperación y otros temerosos de que se quiebre un paseo triunfal de Mariano Rajoy. La jugada no parece haber sido muy mala para los socialistas, a tenor de las reacciones promovidas desde el PP, que ha mordido en dos direcciones, una más previsible que otra: Zapatero debe convocar elecciones anticipadas (ninguna novedad) y las elecciones del 22 de mayo son un plebiscito a la gestión del Gobierno. Dos mensajes a los que, cómo no, se suman el asunto de los GAL (sí, los GAL), el Faysán, el terrorismo (sí, el terrorismo) y la crisis económica, que van a explotar hasta la extenuación en aplicación de la muy noble y patriótica postura de “cuanto peor, mejor para nosotros”.