Se firmó por fin el acuerdo de gobernabilidad de Canarias, lo que supone un nuevo episodio en el desafinado político que sigue perpetrando cada día José Manuel Soria, empeñado todavía en hacer sonar grotescamente la corneta de Pepe el Cañadulce y proclamar que él y sólo él debe ser el presidente de todos los canarios. Se firmó el pacto y un interesante documento de 51 folios laboriosamente currado por Paco Spínola y José Miguel Ruano que habrá que conservar en la carpeta de escritorio de cada ordenador para ir haciendo el correspondiente seguimiento. Que bien está lo que se firma pero mucho mejor está ejecutarlo en tiempo y forma. Los socialistas estaban este lunes muy satisfechos porque aseguran haber conseguido un gran número de las sesenta medidas que aparecían en el programa electoral de José Miguel Pérez, y los nacionalistas se presentan encantados de haber coincidido en tantas cosas, incluida la reforma de la ley electoral. Casi nada. Nos quedamos con las ganas de la Oficina Antifraude, que el PSOE incluía pero que CC considera que lastra la burocracia gubernamental. Lejos de las especulaciones de los medios informativos, que estamos para eso, hasta ahora no ha trascendido más que lo que se ve, el programa de gobierno y las áreas de las que se responsabilizará cada uno, sin que se sepan con un cien por cien de seguridad más nombres que los del presidente y vicepresidente del futuro Gobierno de Canarias. Las intenciones escritas y firmadas parecen buenas, ahora habrá que ponerlas en práctica.