Los pocos telespectadores que este jueves tuvieron la valentía de tragarse el Sin secretos, así somos los canarios, de Televisión Canaria, todavía se echan las manos a la cabeza ante la zafiedad que llegó a alcanzar el programa más caro de la casa, 57.000 euros por capítulo. Se abordaba el espinoso asunto de la inmigración, y la tele pública permitió que se sobrepasaran todos los registros y las recomendaciones consagrados en los protocolos existentes para manejar este fenómeno con un poco de delicadeza y responsabilidad. Solamente la decisión de preguntar si los canarios creen que se puede asociar inmigración con delincuencia, ya constituye en sí misma una vulneración de esos códigos, pero poco se puede esperar ya de un programa de este tipo, que ni removiendo los instintos más soterrados, es capaz de concitar algo de audiencia. Este jueves sólo alcanzó el 5,5% de share, unos 45.000 espectadores, lo que significa que sigue siendo más rentable para el erario público mandar a cada uno de ellos un DVD más unas rancheras de Pepe Benavente.