Cuando Alfredo Briganty fue detenido en su despacho de Madrid, a José Manuel Soria le faltó tiempo para decir que no lo conocía de nada, que apartaran de él y del PP ese cáliz de la corrupción, que quiso situar exclusivamente en el ámbito del director general de Industria y Energía, Celso Perdomo, puesto allí, junto a su hermano Luis por las buenas relaciones de todos ellos con Larry Álvarez. Pero tanto Álvarez como Soria conocían de sobra a Briganty y a su amplia familia. De hecho, el presidente del PP acudió como invitado de excepción, en compañía de su señora esposa, a la boda que el letrado celebró por todo lo alto en el chalet de la familia de su esposa en el barrio satauteño de Portada Verde. El cabreo de Briganty fue de traca, sobre todo porque fue Soria, la Cospedal y Ángel Acebes quienes unos años antes, en 2004 concretamente, le llegaron a proponer en una reunión celebrada en el hotel Miguel Ángel de Madrid que aceptara el puesto de delegado del Gobierno en Canarias. Ahora, cuatro años después de que estallara Eolo, todos vuelven a conocerse y a entenderse profundamente. Y a conspirar juntos para que el primer caso de corrupción que salpicó al PP canario quede en un accidente provocado por un juez justiciero y un fiscal anticorrupción manipulado por el PSOE. Y más cosas que veremos. Y les contaremos, no tengan duda.